Aquello fue una despedida, y como todas, no tenía buen sabor. Salían de sus bocas palabras que nunca pensaron que iban a decir. Ella derramaba lágrimas que llevaban su nombre en cada una de ellas. Él la consolaba, no le gustaba verla así. Y acabaron haciendo un pacto, prometieron sonreír de tal manera que los demás se preguntasen por qué sonreían. Que si la vida les iba mal, contarían con el otro para conseguirlo. Era una despedida, sí, pero aquella era diferente. Ambos siguieron su camino, ambos se fueron alejando poco a poco del otro. Pero esa promesa la cumplirían pensando en el otro. Sonreirían, y esa pequeña curva que se dibujará en sus caras tendrá un nombre y una gran historia detrás.
Odio las despedidas, toda clase de ellas, despedirte de alguien es decir que nada será como antes, al menos por un tiempo.
ResponderEliminarEste texto es genial :)
te sigo
un besito desde
www.martasolohayuna.blogspot.com
Seria una despedida pero una de las mejores. Y esa promesa ninguno seguro la dejarían de cumplir por el cariño que se tenían.
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